Para este concurso, se propuso el diseño de un edificio para la Facultad de Música que respondiera de manera integral tanto al programa específico de la facultad como al contexto natural en el que se ubica. El enfoque principal fue crear un espacio funcional que favoreciera las conexiones y relaciones con el resto del campus, garantizando una integración fluida con el entorno. El diseño busca ofrecer un equilibrio entre funcionalidad y estética, con espacios adaptados a las necesidades académicas y artísticas de los estudiantes y docentes. Además, se prestó especial atención a la integración con el paisaje circundante, utilizando materiales y soluciones arquitectónicas que favorecen la sostenibilidad y la armonía con la naturaleza. Así, el edificio se convierte no solo en un centro académico, sino también en un lugar inspirador que fomenta la creatividad y el intercambio cultural dentro del campus universitario.